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El ORMET presenta radiografía de la economía popular y sus vulneraciones en Antioquia

El pasado miércoles 14 de mayo se llevó a cabo el lanzamiento de dos informes fundamentales para el análisis de la realidad laboral en Antioquia; el primero fue el boletín trimestral de análisis de datos macrolaborales, correspondiente al periodo diciembre de 2023 a febrero de 2025, con un enfoque especial en Medellín y su Área Metropolitana. El segundo, un informe que examina el estado de los derechos laborales de las y los trabajadores de la economía popular en Medellín. Ambos documentos constituyen insumos clave para hacer seguimiento a la calidad del empleo en la ciudad y el departamento.

Por: Giancarlos Delgado y Helen Caicedo

Panorama de la transición 2024 a 2025 en materia de empleo
Aunque Antioquia cerró 2024 con un crecimiento económico del 2,2%, superando el promedio nacional del 1,8%, este dinamismo no se tradujo en mejoras significativas en el mercado laboral. El empuje económico, impulsado por el repunte de la demanda interna y el destacado desempeño del comercio minorista (4% de crecimiento entre enero y noviembre), así como por un aumento del 13,5% en las exportaciones —que alcanzaron los US$8.700 millones—, no logró impactar de manera favorable los indicadores de empleo.

Para el trimestre diciembre de 2024 – febrero de 2025, la tasa de ocupación cayó de 58,2% a 57,8%, mientras que la tasa de desocupación aumentó de 9,0% a 9,4% entre diciembre de 2023 y febrero de 2024,  lo que quiere decir que si comparamos tanto la generación de empleo como el comportamiento del empleo, las tasas se mantienen casi estáticas en la comparación entre el trimestre 2023 y 2024, reflejando un mercado laboral estancado pese al dinamismo económico.

Este desfase entre crecimiento y empleo deja ver una creciente brecha entre la actividad económica y la calidad de vida de la población. La subocupación también aumentó levemente, pasando de 5,7% a 5,9%, lo que indica que más personas están accediendo a trabajos que no logran alcanzar la carga horaria suficiente para la generación de ingresos. A su vez, la pobreza multidimensional en Antioquia se elevó al 10,9% en 2024, sumando más de 111.000 personas a esta condición, lo que confirma que el crecimiento económico no está dando abasto para mejorar la calidad de vida de las y los antioqueños. 

En contraste con el promedio departamental, Medellín y su Área Metropolitana (Medellín A.M.), mostraron señales positivas en el mercado laboral durante el trimestre diciembre 2024 – febrero 2025. La tasa de ocupación aumentó significativamente del 58,4% al 60,8%, mientras que la tasa de desocupación se redujo de forma contundente del 9,9% al 7,3%, lo que indica una recuperación notable en la generación de empleo urbano. Además, la tasa global de participación subió 0,7 puntos porcentuales, situándose en 65,6%, lo que refleja una mayor incorporación de personas al mercado laboral. Estos datos sugieren que Medellín ha logrado impulsar su economía con mayor eficacia que el resto del departamento en términos de generación de empleo.

Sin embargo, esta recuperación presenta matices preocupantes en relación con la calidad del empleo. Según el DANE, sectores como el comercio (19,8%), las manufacturas (16,5%), el transporte, la recreación y los servicios de alojamiento y comida concentran buena parte de los nuevos empleos. Estas actividades, aunque activas en la creación de puestos de trabajo, se caracterizan por altos niveles de informalidad. De hecho, la tasa de informalidad en Medellín A.M. aumentó del 37,2% al 39,6%, evidenciando que el crecimiento del empleo no ha estado acompañado de mejoras en estabilidad ni en garantías laborales. En suma, hay más personas trabajando, pero muchas lo hacen en condiciones precarias, sin acceso pleno a derechos laborales ni a protección social.

En lo concerniente a la brecha de género en el mercado laboral de Antioquia y Medellín, encontramos que en 2024, la tasa global de participación de las mujeres en Antioquia fue del 51,8%, muy por debajo del 76,9% registrado en los hombres, una diferencia de 25,1 puntos porcentuales. Una relación similar notamos en la brecha de ocupación que fue aún mayor, alcanzando los 25,6 puntos, mientras que la tasa de desocupación femenina (12,0%) superó en 4,5 puntos a la masculina (7,5%). 

Aunque Medellín presenta indicadores levemente mejores, con una participación femenina del 56,4% frente al 76,1% masculina, y una ocupación del 50,7% frente al 72,4%, las diferencias siguen siendo significativas. La tasa de desempleo de las mujeres en la ciudad (10,0%) duplica prácticamente la de los hombres (5,0%). En síntesis; las mujeres en Antioquia y Medellín no están insertándose al mercado laboral de forma significativa, y existe una marcada desproporción en términos de oportunidades respecto a los hombres. 

Trabajo sin derechos: la deuda con la economía popular
En el Informe sobre vulneraciones a derechos laborales de trabajadores y trabajadoras de la economía popular en Medellín, se socializaron hallazgos en tres líneas principales. Por un lado, se presentó una caracterización de las actividades económicas, labores y oficios que conforman este sector, también se expusieron los resultados de entrevistas realizadas a venteros y venteras informales, con el fin de documentar sus experiencias laborales cotidianas. Finalmente, se realizó un análisis sobre el grado de inclusión o exclusión del trabajo en la economía popular dentro del marco normativo colombiano, con especial énfasis en el Plan de Desarrollo 2024–2027 “Medellín te quiere”.

Los oficios que sostienen la economía popular en Medellín
La economía popular en Medellín se manifiesta como un entramado amplísimo de actividades productivas, comerciales y de servicios que sostienen la vida urbana desde los márgenes del sistema formal. En las calles, barrios y comunas de la ciudad, miles de personas ejercen labores esenciales como la agricultura urbana y periurbana (agricultores, recolectores de café), manufactura artesanal (confecciones textiles, marroquinería, zapatería, relojería, bisutería y artesanías tradicionales) y la transformación de alimentos (guaraperos, vendedores de jugos naturales, comidas rápidas callejeras y productores de alimentos tradicionales). 

En el sector comercial informal destacan los vendedores ambulantes, las “chacitas” o carretillas, así como la distribución informal de productos de consumo masivo, además de trabajadores en semáforos, aguateros y otros que sostienen su sustento en el espacio público a pesar de enfrentar estigmatización y persecución. Los servicios personales y comunitarios, peluqueras, maquilladoras, lustrabotas, tatuadores y artistas callejeros, aportan valor cultural y social, aunque enfrentan condiciones precarias y falta de reconocimiento legal. Por último, los servicios técnicos y mecánicos informales, el transporte y la logística (domiciliarios, coteros, bulteadores, trabajadores de plataformas digitales) y quienes realizan la recuperación y el reciclaje urbano (recicladores, limpiavidrios) son piezas fundamentales para el funcionamiento y la sostenibilidad ambiental de la ciudad.

Sin embargo, esta riqueza de saberes y oficios convive con una profunda exclusión estructural que se traduce en precariedad y vulnerabilidad laboral. Según datos del DANE para el periodo diciembre 2024 – febrero 2025, la informalidad laboral en Medellín alcanzó el 39,6%, lo que significa que casi cuatro de cada diez trabajadores carecen de acceso a protección social y estabilidad. A pesar de una tasa global de participación del 65,6% y una tasa de ocupación del 60,8%, la tasa de desempleo fue del 7,3% y la subocupación llegó al 5,4%, reflejando la insuficiencia en la generación de empleos de calidad. Esta situación evidencia que, aunque muchas personas encuentran trabajo bajo la sombrilla de la economía popular, gran parte de este se desarrolla en condiciones precarias y sin garantías laborales.

Más allá de las cifras, resulta fundamental adentrarse en la experiencia concreta de quienes trabajan en la economía popular, especialmente la de los venteros y venteras, desde una perspectiva socio-cultural. A partir de 53 entrevistas realizadas para diagnosticar las prácticas cotidianas de este sector, se identificaron diversos factores clave que aportan una comprensión más profunda de sus realidades laborales y los desafíos que enfrentan día a día.

Al explorar las emociones y experiencias de los vendedores y vendedoras callejeros, se revela que, a pesar de la precariedad y el estigma social que enfrentan, la mayoría siente orgullo y satisfacción por su labor, la cual representa no solo una fuente de ingresos, sino también un motivo de dignidad, autonomía y realización personal. Esta percepción positiva funciona como una forma de resistencia frente a las condiciones adversas del mercado laboral formal, reforzada por el sentido de comunidad y las redes de apoyo que se generan entre ellos, fundamentales para su bienestar emocional y laboral. 

Asimismo, muchos expresan aspiraciones de superación a través de la educación, evidenciando una conciencia crítica de sus circunstancias y un deseo genuino de mejorar sus vidas y las de sus familias. En conjunto, estas emociones y relaciones sociales configuran una experiencia laboral compleja donde el trabajo en la economía popular no solo es un medio de subsistencia, sino también un espacio de construcción identitaria, resiliencia y solidaridad en medio de la exclusión estructural.

En lo que refiere a motivaciones, encontramos de manera recurrente en las entrevistas que el sustento de la familia es la principal motivación que impulsa el trabajo de vendedores y vendedoras de la calle, donde la necesidad de cuidar a sus seres queridos se convierte en un valor central en medio de la pobreza y la falta de oportunidades. Estos factores estructurales los llevan a buscar alternativas para generar ingresos en una lucha constante por subsistir y mejorar su situación económica. Como lo expresa un trabajador del Parque de Sabaneta: “Mi familia, primeramente, mi familia, salir adelante, mejorar, buscar un mejor futuro, lograr las metas que nos proponemos día a día y asegurar un futuro, sobre todo el futuro de los hijos, que es lo que más buscamos”.

La actividad laboral de vendedores y vendedoras de la calle impacta profundamente su vida personal, convirtiéndose en un eje central para la construcción de relaciones sociales y emocionales dentro de sus comunidades. Para muchos, el trabajo no es solo una fuente de ingresos, sino un espacio de realización personal y sentido de pertenencia, donde se entrelazan la autonomía, la identidad y el bienestar emocional. Como expresa una vendedora: “mi vida es acá”, reflejando cómo su negocio se transforma en un lugar vital que trasciende la mera lógica económica y se convierte en un refugio frente al aislamiento del hogar. Esta fusión entre lo laboral y lo afectivo desafía el modelo tradicional que separa vida personal y trabajo, evidenciando una convivencia compleja donde la dedicación constante genera tanto satisfacción como agotamiento, y donde la dificultad para desconectarse subraya la dependencia total del negocio como fuente de sustento y sentido vital.

Economía popular y Plan de Desarrollo Distrital 2024 – 2027 “Medellín te quiere”
El Plan Distrital de Desarrollo “Medellín Te quiere 2024-2027” establece la hoja de ruta oficial para el desarrollo económico y social de la ciudad, sin embargo, no reconoce explícitamente a la economía popular como un sector legítimo que requiere apoyo y regulación justa. En lugar de ello, esta se percibe desde una óptica que prioriza la informalidad como problema, invisibilizando las particularidades y contribuciones de los trabajadores y trabajadoras informales. La falta de datos específicos sobre este grupo en el diagnóstico general evidencia una tendencia a tratar a estos trabajadores y trabajadoras únicamente desde la lógica de la informalidad, asociada a baja productividad y precariedad.

Los programas dirigidos a los vendedores informales se enmarcan en dos ejes centrales: la formalización económica y la regulación del espacio público, con un enfoque marcadamente restrictivo y punitivo. Por un lado, el componente de desarrollo económico promueve la formalización desde una perspectiva empresarial tradicional que no se adapta a la complejidad y diversidad del trabajo popular, priorizando el cumplimiento de cargas legales sobre la mejora real en las condiciones de vida de estos trabajadores. Por otro lado, la regulación del espacio público está enfocada en la seguridad y la recuperación del orden urbano, lo que ha derivado en la criminalización y desplazamiento de los vendedores ambulantes.

Esta política de exclusión, que enfatiza la modernización urbana y el orden público, ignora la realidad socioeconómica de miles de familias que dependen de la economía popular para su subsistencia. La recuperación del espacio público y la consolidación de corredores comerciales se llevan a cabo bajo una retórica de “orden y seguridad” que, en la práctica, margina y desvaloriza la contribución económica y social de los vendedores informales, perpetuando así la desigualdad y la exclusión en la ciudad.

¿Qué hacer con estos insumos?
Un aspecto común en ambos informes es la alerta sobre la calidad del empleo en Antioquia, Medellín y su Área Metropolitana. Más allá de la simple generación de puestos de trabajo, resulta fundamental poner énfasis en los sectores y ramas económicas donde se crean estos empleos. Además, se evidencia una confirmación de problemáticas estructurales del mercado laboral colombiano, como la informalidad, la desigualdad de acceso entre hombres y mujeres, y, en general, la exclusión de una gran parte de la población del acceso a la justicia.

Por otra parte, al analizar el comportamiento del mercado laboral en Antioquia, Medellín y su Área Metropolitana, se evidencia que la opción que se presenta como “viable” para gran parte de la población es el llamado “rebusque”. Esta realidad no solo refleja la alta informalidad predominante, sino que también pone de manifiesto cómo una gran cantidad de personas se ven obligadas a insertarse en un entramado complejo de labores, actividades y oficios propios de la economía popular, especialmente la venta callejera. 

Así, el “rebusque” se convierte en una estrategia cotidiana de supervivencia y resistencia, donde el trabajo informal no es solo un refugio económico, sino también un espacio de autonomía, construcción de identidad y comunidad. Sin embargo, las políticas públicas, como las reflejadas en el Plan Distrital de Desarrollo “Medellín te quiere 2024-2027”, tienden a invisibilizar y criminalizar esta realidad, enfocándose en la formalización estricta y la regulación del espacio público sin reconocer ni apoyar la diversidad y el valor social de la economía popular. Esto pone en evidencia la urgencia de replantear las estrategias institucionales, incorporando una mirada más inclusiva y justa que reconozca el trabajo informal como un componente legítimo y vital del desarrollo económico y social local.

Urge para Antioquia, Medellín y su Área Metropolitana la inclusión del trabajo digno y decente como un tema prioritario de las agendas políticas y de planificación económica, administrativa y territorial. 

Sin políticas públicas de empleo, el panorama será el mismo año tras año. 

Nota: las fuentes para levantamiento de información macrolaboral comprenden informes institucionales de Ministerio de Trabajo, la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH)   e informe de desempeño económico de Cámara de Comercio de Medellín, todas las anteriores consultadas en marzo de 2025.  

Glosario

Tasa Global de Participación (TGP): es el porcentaje de personas en edad de trabajar que están activas en el mercado laboral, ya sea trabajando o buscando empleo.
Tasa de Ocupación (TO): es el porcentaje de personas en edad de trabajar que efectivamente están empleadas.
Tasa de Desempleo (TD): es el porcentaje de personas activas en el mercado laboral que están buscando trabajo y no lo han conseguido.


Giancarlos Delgado y Helen Caicedo

Giancarlos es politólogo de la Universidad Nacional de Colombia, con estudios de maestría en Hábitat de la misma universidad. Con experiencia en docencia universitaria e investigación en temas asociados a vulneración de derechos laborales de trabajadores agroindustriales, y discriminación (social, económica, política) de población LGBTI. Helen es administradora de empresas del Politécnico Gran Colombiano. Especialista en Liderazgo, Cambio Climático y Cuidades de Flacso Ecuador. Con 13 años de experiencia en administración pública y 3 años en administración del sector solidario.

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