Docencia y precarización
En la Universidad Santiago de Cali hay precarización laboral. Esta es la denuncia que conocimos en Comunicación Laboral Alternativa, CLA
Escena 1:
- Hola Valeria*, ¿vienes a almorzar?
- No, hoy no me pude levantar para ir a las clases de la mañana. Voy a las de la tarde, pero almuerzo acá. ¡Me siento muy agotada!
- ¡Claro!, yo este lunes tuve crisis de ansiedad y no pude dictar clases. En el servicio médico fue evidente que se deriva de la sobrecarga laboral, ¡nunca antes había vivido esta situación!
Escena 2:
- Buenos días, ¿a quién más esperamos?
- No, empecemos que la compañera que falta no puede venir. Hoy estaba dictando clases y se enfermó, le dieron náuseas y se fue para la casa. Yo le dije que eso es estrés, porque yo estuve así a principios de semana también.
Ambas escenas sucedieron la misma semana.
Quién nos narra lo sucedido trabaja en la Universidad Santiago de Cali, la universidad privada con más cantidad de estudiantes en las ciudades de Cali y Palmira. Esta universidad fue, hace algunos años, centro de controversias por su ardua persecución en contra de sus docentes, quienes decidieron constituir una organización sindical para tener voz ante la avasalladora fuerza de las directivas institucionales. A todos los fundadores los despidieron por la vía legal más común cuando de persecución antisindical se trata: la no renovación de los contratos. Actualmente esta organización sindical, en proceso de reestructuración, esta desaparecida de las relaciones laborales dentro de la institución.
Nuestra fuente nos contó que en la sala de maestros se escucha la continua queja derivada de la sobre explotación laboral: docentes con contrato hora cátedra que dictan 10 y más cursos. “De hecho, en muchas facultades, la condición para ser catedrático es recibir por lo menos cinco cursos. Y los docentes tiempo completo no están en mejores condiciones: se les asigna más de seis cursos cada semestre, además del trabajo administrativo y el compromiso casi obligatorio de asistir a las actividades que se promueven desde la administración”
“Cuando un colega deserta de la institución, los cursos que dictaba son cargados preferiblemente a los docentes tiempo completo, porque la universidad con ello se ahorra el pago que derivaría de contratar un nuevo docente o trasladar esta responsabilidad a docentes catedráticos”
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La cultura organizacional de la institución se convierte también en sobre carga para los docentes. Cada área se comporta como jefe de los docentes, no existe una real división de trabajo, sino la delegación de funciones de todo tipo sobre el cuerpo docente: funciones de calidad, de extensión, de investigación, de proyección. Todas estas implican horas de trabajo de los docentes, determinadas por los directores de los departamentos sin una real consulta o negociación. Implica también que cada tarea asignada tiene un jefe diferente.
Dentro de la asignación horaria no se contempla tiempo para preparar clases ni para evaluación. Los contratos de los catedráticos (la mayoría del cuerpo docente), inician el mismo día que inician las clases, y terminan el mismo día que terminan las clases, lo que implica que todas las actividades de preparación y de cierre quedan excluidas del compromiso contractual. “Los docentes no tienen derecho ni siquiera a tomar café, pues hasta el café lo tienen que comprar”, dice la fuente.
Desde hace poco tiempo, los jefes de programas, departamentos y de facultad no hacen parte del cuerpo docente, sino que son personas con contratación y funciones administrativas. En parte sucede porque los docentes no asumían estos cargos, pues no presentaban beneficios, sólo sobre carga laboral. Pero en parte, y según la fuente que nos narró lo sucedido, esto también parece estar motivado en el interés de que exista absoluta verticalidad en las decisiones, y que el cuerpo docente no tenga en estos mandos intermedios verdaderos interlocutores, sino meros instrumentos de presión.
Estos cargos intermedios llevan sobre sus hombros el adecuado funcionamiento y el cumplimiento de las condiciones de calidad de la universidad, y a cambio reciben malos tratos y bajos salarios. “En este campo es dónde se hace más evidente la autoritaria cultura organizacional: todas las decisiones, de todos los programas, dependen de la autorización personal y directa de los vicerrectores, razón por la cual el trabajo siempre está en un embudo de autorización y de revisiones, pero los tiempos que impone el área administrativa son de obligatorio cumplimiento, así los retrasos obedezcan a la exigencia del mismo proceso de autorizar cada cosa por unas cuantas personas. Al ser estos mandos medios los responsables de todos estos procesos, y las víctimas directas de la presión institucional, estos directivos intermedios se convierten en capataces de profesores, asignando cantidades enormes de tareas y trabajos, usando los grupos de Whatsapp para presionar públicamente al cuerpo docente y las evaluaciones de final de contrato como un instrumento de premio / castigo.” Dice la fuente al interior de la universidad.
Escena 3:
- Profe, y a usted ¿cómo le ha ido en este semestre?
- Desde que empezamos, el tarro del dispensador de agua está vacío. Todos los días que llego lo miro para hacerme consciente del lugar en el que estoy trabajando. Una universidad que no le brinda ni un vaso de agua a sus docentes, ¿qué puedo esperar de ella?
El tarro de agua vacío es una metáfora de lo que es la relación de completa desidia entre la universidad y sus docentes. La persona que nos contó esto dice: “Sentimos que, para la institución, los docentes sólo somos trabajadores precarizados, susceptibles de cargarnos de trabajo hasta que lo podamos soportar. Y cuando no damos más y alguno renuncia, éste trabajo se redistribuye entre otros docentes igual de sobrecargados, porque contratar nuevos docentes para reemplazar a quienes se han ido no es una conducta común de la institución”
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La fuente dice lo siguiente: “La Universidad Santiago de Cali es, en el Vox Populí de quienes trabajamos en la docencia universitaria, el tipo ideal de la mercantilización de la educación y de la precarización docente. Sin embargo, es la que marca la tendencia en materia de gestión de la educación y la docencia: docentes sobre cargados y precarizados en sus condiciones laborales, profesores catedráticos que pasan hasta 12 horas diarias dentro de la institución, cargando a cuestas sus propios materiales, sin oficina, sin posibilidades de acceder ni a café, o de calentar sus comidas, o siquiera de tomar agua filtrada. Con decenas de clases virtuales en las cuales se matriculan cientos de estudiantes, que deben ser evaluados por un solo profesor. Con cursos presenciales de hasta 60 estudiantes, porque sólo se parten los grupos si superan los 62 matriculados. Con docentes que dictan seis y siete cursos, pero además deben realizar actividades de educación continua, extensión, documentos de calidad, procesos de acreditación, y todo bajo el mismo rango salarial”
Finalmente, quien hace la denuncia se pregunta: “¿Qué le espera al trabajo docente en las universidades, si este es el panorama hacia el que avanzan todas las instituciones de educación superior?” y su reflexión al respecto: “Es desesperanzador para los profesionales con altísimos niveles de cualificación que llegan a trabajar a estas instituciones, pero también para la calidad de la educación y los futuros profesionales”.
Quién hizo esta denuncia dice que no revela su nombre por que no quiere poner en riesgo su contratación para el siguiente semestre y asegura que lastimosamente, en el campo de la educación superior, la libertad de expresión no existe. Un ejemplo de ello, es que el sindicato de la Universidad donde trabaja, fue, de una u otra forma, aniquilado.
*Los nombres de las fuentes han sido cambiados u ocultados para evitar represalias
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