
Diana Cardona: 35 años del asesinato de una lideresa que trabajó por la transformación de Apartadó
Aquella madrugada del 26 de febrero, hombres armados tocaron su puerta en Medellín. Dijeron ser sus escoltas. Se la llevaron supuestamente al aeropuerto Olaya Herrera, donde tomaría un vuelo hacia Apartadó. Horas después, su cuerpo apareció en un carro abandonado en la Autopista Sur de Medellín. Su homicidio, ocurrido en un contexto de exterminio sistemático contra los militantes de la Unión Patriótica, reforzó el mensaje de que la participación del partido en los escenarios de poder estaría destinado a no ser.
Por: Juan Pablo González C.
Este 26 de febrero de 2025 se cumplen 35 años del asesinato de Diana Estela Cardona Saldarriaga, abogada, alcaldesa de Apartadó y destacada lideresa de la Unión Patriótica (UP). Su trayectoria política y social estuvo marcada por su compromiso con la defensa de los derechos de los trabajadores y la lucha por mejores condiciones de vida para las comunidades del Urabá antioqueño.
El 27 de febrero de 1990, en las primeras planas de los periódicos con mayor circulación en Medellín, resaltaban dos titulares entre todos los demás: Violeta Chamorro, del partido Unión Nacional Opositora, derrotó a Daniel Ortega, del Frente Sandinista de Liberación Nacional, en las elecciones generales de Nicaragua. La participación había sido del 86 % de la población votante.
El segundo titular, de mayor relevancia local, más trágico y desolador por el contexto de asedio en contra de los militantes y simpatizantes de la Unión Patriótica era el siguiente: “Asesinada alcaldesa de Apartadó. Falsos escoltas la habían secuestrado ayer en la mañana. La U.P. se declara en emergencia electoral” (El Colombiano, 27 de febrero 1990).
Diana Cardona, mujer de convicciones férreas, abogada y cercana al sindicalismo regional, asumió la Alcaldía de Apartadó el 5 de septiembre de 1989 (primeras elecciones populares de alcaldes en el país), tras la renuncia del electo Ramón Castillo, quien tras recibir varias amenazas y atentados, fue forzado a dejar el cargo.
Durante su corta gestión, se enfocó en la regularización de asentamientos informales, garantizando acceso a tierra y vivienda a familias que vivían en condiciones precarias. También trabajó en la mejora de servicios públicos y saneamiento básico, beneficiando a comunidades históricamente marginadas en el municipio. Su cercanía con los sectores populares y su defensa de los trabajadores del sector bananero la convirtieron en un referente para los sindicatos y organizaciones sociales de la región.
Tras el asesinato de Diana Cardona, Bernardo Jaramillo Ossa (candidato presidencial) y Diego Montaña Cuéllar (presidente de la UP) denunciaron públicamente la responsabilidad del Estado en estos crímenes, señalando directamente a sectores del Ejército y del Ministerio de Gobierno. En sus afirmaciones, Jaramillo Ossa dejaba claro que había omisiones por parte del Estado en cuanto a la protección de militantes del partido, pues estos estaban siendo asesinados de manera sistemática, con el fin de desarticular completamente la colectividad.
Asimismo, el partido tomó decisiones estratégicas en respuesta al asesinato de Cardona, como la retirada del Tribunal Nacional de Garantías Electorales y el anuncio de su no participación en la firma del acuerdo de paz definitivo con el M-19, argumentando que en Colombia no había condiciones para la paz.
A nivel nacional, el asesinato de Cardona se sumó a la larga lista de homicidios de alcaldes, concejales y dirigentes de la UP, acelerando la descomposición del partido y profundizando la sensación de imposibilidad democrática para las fuerzas alternativas en Colombia. A menos de un mes de su muerte, la ejecución de Bernardo Jaramillo Ossa, candidato presidencial del partido, confirmó que la UP estaba siendo borrada del mapa político a través del terror.
A nivel territorial, la muerte de Diana Cardona también tuvo un impacto significativo. En Apartadó, según el periódico El Colombiano, la noticia de su asesinato desencadenó un paro de 48 horas por parte de los trabajadores bananeros afiliados a Sintrainagro, evidenciando el arraigo popular de su liderazgo y el malestar generalizado por la violencia política.
En los diferentes periódicos de la región se habla de un silencio generalizado en el municipio, un luto en el que se recogían diferentes sectores de la sociedad, pues el mismo Isaías Duarte Cancino, obispo de Apartadó, ofició una ceremonia católica en medio de las jornadas de protesta, a manera de entierro simbólico de la alcaldesa.
La falta de garantías para la vida y la participación política de sus miembros llevó al exilio forzado de muchos de sus líderes y a una drástica disminución de su representación electoral. Finalmente, la sistemática persecución culminó en la pérdida de la personería jurídica del partido en 2002, lo que dejó en evidencia que, lejos de tratarse de crímenes aislados, el asesinato de Diana Cardona formó parte de una estrategia coordinada para impedir la consolidación de una alternativa política que desafiara el poder establecido.
CODA
“La memoria es salvación del pasado y del presente. Salvación del pasado porque gracias a la nueva luz podemos traer al presente aspectos desconocidos del pasado; y del presente, porque gracias a esa presencia el presente puede saltar sobre su propia sombra, es decir, puede liberarse de la cadena causal que lo trajo al mundo”, Reyes Mate, Medianoche en la historia.
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