La economia solidaria en Colombia un modelo viable para el desarrollo inclusivo

La economía solidaria en Colombia: un modelo viable para el desarrollo inclusivo

La economía solidaria en Colombia se presenta como una alternativa integral y sostenible que prioriza la colaboración, la equidad y el beneficio mutuo

Por: Helen Caicedo Londoño – Directora administrativa Voces por el Trabajo

La economía solidaria ha emergido como una alternativa integral que ofrece soluciones más humanas y sostenibles en el contexto de las dificultades económicas y sociales que enfrenta el país.  

Este enfoque, centrado en la solidaridad y el trabajo colectivo, busca construir un modelo económico que prioriza la colaboración, la equidad y el beneficio mutuo sobre la competencia y el lucro individual. La economía solidaria se basa en la premisa de que las personas y las comunidades pueden trabajar juntas para alcanzar objetivos comunes y mejorar el bienestar colectivo, promoviendo así el desarrollo inclusivo.

En Colombia, un país marcado por desafíos como la pobreza, la desigualdad y el desempleo, las teorías de Luis Razeto y José Luis Coraggio, junto con el marco legal vigente, ofrecen una perspectiva valiosa para impulsar este modelo solidario. La economía solidaria ha demostrado ser un componente significativo del Producto Interno Bruto  (PIB) colombiano, contribuyendo aproximadamente con el 3.3% del PIB nacional en términos de ingreso, según datos de la Superintendencia de la Economía Solidaria. Aunque esta cifra puede parecer modesta en comparación con los aportes que realizan otros sectores como el petróleo o la minería, la verdadera importancia de la economía solidaria radica en su capacidad para generar desarrollo sostenible y cohesión social en comunidades marginadas.

La economía solidaria no solo representa una respuesta viable a las dificultades económicas contemporáneas, sino que también encarna un enfoque transformador que puede redefinir las bases del desarrollo económico en Colombia. Al priorizar la colaboración y el beneficio mutuo, este modelo ofrece una vía prometedora para contribuir a  una sociedad más equitativa.

Puedes leer:

Teorías fundamentales

Luis Razeto, destacado por su trabajo en la Universidad Bolivariana de Chile, define la economía solidaria como una forma de organización económica basada en la solidaridad, que no solo busca la eficiencia económica, sino también beneficios sociales y culturales. Según Razeto, la economía solidaria introduce niveles superiores de solidaridad en las actividades económicas, lo que incrementa la eficiencia tanto a nivel micro como macroeconómico. Esta perspectiva es especialmente relevante en Colombia, donde la economía informal y la exclusión social son desafíos persistentes y podrían ser abordados desde un nuevo modelo económico basado en la solidaridad, en el cual se propenda por la reducción la pobreza, la marginación y la exclusión social a través de la implementación de circuitos solidarios que permitan a la comunidades ofrecer y acceder a bienes y servicios que generen ganancias y que estas mismas sean distribuidas equitativamente. 

Razeto argumenta que la economía solidaria puede ser una solución eficaz para problemas como la desocupación y la desigualdad social.  Al promover la organización solidaria en empresas y mercados, se puede generar oportunidades de empleo y mejorar la calidad de vida de distintos sectores de la población . En Colombia, esto podría traducirse en la formalización de sectores informales y en la creación de redes de apoyo comunitario que impulsen el desarrollo social y contribuyan a la mejora en la calidad de vida de las personas toda vez que lo que busca principalmente la economía solidaria es el bienestar y el buen vivir de las comunidades.

Por su parte Jorge Luis Coraggio, reconocido economista argentino, complementa la visión de Razeto al enfatizar en el papel del desarrollo local y la economía del trabajo en la economía solidaria. Coraggio sostiene que la economía solidaria debe centrarse en la satisfacción de las necesidades básicas y en la parcelación activa de la comunidad en la gestión económica. Este enfoque es crucial para Colombia, donde muchas regiones enfrentan desigualdades económicas y falta de acceso a servicios básicos.

Coraggio alude a que la economía solidaria se basa en la cooperación y la autogestión, promoviendo la creación de empresas sociales y cooperativas que operan con principios de equidad y justicia. Para Colombia lo anterior podría materializarse a través del fortalecimiento de las organizaciones del sector solidario como las cooperativas agrícolas, artesanales y de servicios, aquellas que precisamente, según el Plan Nacional de Desarrollo son catalogadas como de especial protección. Lo anterior en aras de impulsar el desarrollo sostenible de estas formas asociativas ubicadas, no solo en zonas urbanas, sino también en zonas rurales que han sido víctimas del conflicto armado en Colombia.

Marco legal en Colombia: Ley 79 de 1988 y Ley 454 de 1998

En Colombia, los pilares fundamentales que regulan el sector solidario son la Ley 79 de 1988 y la Ley 454 de 1998. La Ley 79 de 1988 establece el marco jurídico para las cooperativas definiendo su estructura, funcionamiento y principios. La anterior fomenta la cooperación y la autogestión permitiendo que las cooperativas actúen como agentes de desarrollo económico y social. No obstante, dicha ley no se ajusta a los cambios constantes e innovadores que el sector demanda y no brinda una flexibilidad jurídica la cual en muchos casos representa obstáculos para el accionar del cooperativismo en la sociedad colombiana, tal y como lo propone el Análisis del marco legal cooperativo de Cooperativas de las Américas.

Por otro lado, los principios rectores de la economía solidaria se encuentran en la Ley 454 de 1998 específicamente en el Artículo No 4, donde podemos identificar que prima el mecanismo de cooperación sobre los medios de producción, el espíritu de solidaridad, cooperación, participación y ayuda mutua. La administración democrática, participativa y autogestionaria, la adhesión voluntaria y responsable, la participación económica de los asociados en justicia y equidad, la formación e información para sus miembros de manera permanente, oportuna y progresiva. La autonomía, autodeterminación y autogobierno, el servicio a la comunidad, la integración con otras organizaciones y la promoción de la cultura ecológica.

Si bien es cierto, estas leyes constituyen el marco normativo del sector solidario en Colombia, aún hay mucho camino por recorrer, toda vez que el sector solidario necesita del acompañamiento estatal e institucional para su fortalecimiento. Para ello se deben considerar, por parte del Estado, la implementación de acciones y estrategias institucionales que incentiven a estas organizaciones a ser eficientes en la gobernanza, gestión y transparencia.

Considero que el Estado debería fomentar la capacitación y formación facilitando el acceso a programas de educación para los miembros directivos y empleados de las formas asociativas, generar oportunidades para acceder a financiamiento en pro de la implementación de proyectos productivos y actividades solidarias. Además, realizar inversión en innovación y tecnología, trabajar en la construcción de redes para potenciar alianzas entre organizaciones solidarias y otros sectores. 

También es imperante facilitar el acceso a mercados y canales de comercialización para productos y servicios del sector solidario, especialmente a las organizaciones solidarias que se encuentran menos fortalecidas financiera, operativa y administrativamente y por último, la adopción, impulso e implementación de políticas públicas favorables para el sector solidario, lo anterior en aras de incentivar la participación ciudadana en la toma de decisiones.

La Ley 454 de 1998 establece la Superintendencia de Economía Solidaria – Supersolidaria, como el organismo encargado de vigilar, supervisar y controlar las organizaciones pertenecientes al sector solidario en Colombia, esta desempeña un papel crucial como ente regulador del sector, toda vez que supervisa las actividades de las entidades que conforman la economía solidaria, asegurando su correcto funcionamiento y cumplimiento de los principios de solidaridad, equidad y autogestión. La Superintendencia vela por la transparencia y la sostenibilidad financiera de cooperativas, mutuales, fondos de empleados y otras organizaciones solidarias contribuyendo así a la confianza y estabilidad de este sector. En su labor de inspección, vigilancia y control de estas organizaciones debe promover buenas prácticas de gestión y administración que garanticen la protección de los intereses de los asociados y la comunidad en general.

Además de sus funciones de supervisión, la Supersolidaria juega un papel fundamental en la promoción y el fortalecimiento del sector. A través de programas de capacitación y asesoría técnica fomenta el desarrollo de las capacidades y competencias en las organizaciones solidarias, impulsando de esta manera su crecimiento y sostenibilidad. La entidad también es la encargada de presentar la información estadística relevante del sector en pro de lograr visibilidad y reconocimiento dentro del ámbito económico nacional. En un contexto donde la economía solidaria busca consolidarse como una alternativa viable y sostenibles, la Superintendencia debe actuar como el principal pilar para la promoción del marco regulatorio y brindar el apoyo necesario para que las organizaciones solidarias puedan cumplir su misión social y económica de manera efectiva.

Un sector en crecimiento

En el ámbito productivo nacional,  la economía solidaria sobresale no solo por sus cifras sino por su capacidad para originar cambios profundos y sostenibles en la sociedad. El documento “Economía solidaria en cifras: Caracterización socioeconómica de un sector que transforma a Colombia” publicado por la Superintendencia de Economía Solidaria nos devela una radiografía del sector, destacando su impacto y su potencial de transformación.

En 2022, el sector solidario mostró un crecimiento en términos de ingreso de 31.5 billones de pesos y acumuló activos por 52.4 billones de pesos. Dichos valores representan el 2.2% y el 3.6% del Producto Interno Bruto del país respectivamente. También el número de asociados alcanzó los 7.2 millones de personas, lo que equivale al 13% de la población colombiana y al 25% de la población económicamente activa del país . 

El auge de la economía solidaria no solo está presente en grandes centros urbanos como Bogotá, Antioquia y Valle del Cauca, sino que también se extiende a regiones menos desarrolladas como la Amazonía y la Orinoquía. Esta dispersión geográfica asegura que los beneficios de la economía solidaria lleguen a distintas comunidades, promoviendo la inclusión y el desarrollo regional. Los datos del documento muestran una mayor concentración de empresas solidarias en las regiones Andina y Caribe, lo que recalca la capacidad del sector para adaptarse a diferentes contextos socioeconómicos.

Las empresas solidarias en Colombia tienen un impacto significativo en la generación de empleo y en la distribución equitativa de beneficios. Estas organizaciones no solo buscan la rentabilidad económica, sino que también priorizan la sostenibilidad ambiental y la inclusión social. El enfoque en grupos vulnerables y la promoción de la economía local son aspectos fundamentales de la economía solidaria, que la diferencian de los modelos económicos tradicionales. La capacidad de estas empresas para operar en sectores como la agricultura, la manufactura y los servicios demuestra su versatilidad y su importancia en la estructura económica del país.

A pesar de sus logros, considero que el sector de la economía solidaria enfrenta desafíos importantes. Uno de los principales es el fortalecimiento institucional y normativo tal y como se mencionó anteriormente. La Ley 454 de 1998 ha sido un marco importante, pero se necesita una actualización y una mayor supervisión para adaptarse a las nuevas realidades económicas. Además, el Plan Nacional de Desarrollo (2022-2026) y programas como el Consejo de la Economía Popular y Solidaria deben ser implementados efectivamente para consolidar los avances y enfrentar los retos derivados de la pobreza, la desigualdad y la inequidad que caracterizan el territorio nacional.

La educación y la capacitación en economía solidaria son también aspectos críticos. Fomentar una mayor comprensión y participación en este sector puede generar un impacto aún mayor. Iniciativas de asociatividad para la paz y programas de apoyo financiero y técnico son esenciales para el crecimiento y la sostenibilidad a largo plazo del sector.

Te recomendamos:

Aporte de la economía solidaria en la construcción de paz en Colombia.

La economía solidaria promueve la creación de empleos y fuentes de ingreso para las comunidades, en especial aquellas que han sido víctimas o afectadas por el conflicto armado, lo anterior ayuda a reducir la pobreza y la desigualdad, también consolida la inclusión social a través de la participación activa de las comunidades en la toma de decisiones y en la gestión de proyectos económicos. Esto potencia el fortalecimiento de la cohesión social y la confianza. Por otra parte, la economía solidaria promueve la reconstrucción del tejido social en zonas afectadas por el conflicto al promover la cooperación entre personas que buscan reincorporarse a la vida social y las comunidades.

Es importante resaltar que la economía social o solidaria promueve la sostenibilidad ambiental ya que incentiva a adoptar prácticas respetuosas con el medio ambiente, lo anterior ayuda a proteger los recursos naturales y prevenir conflictos por el acceso a estos, a través de la economía solidaria se empodera a las víctimas del conflicto al brindarles oportunidades económicas, sociales y al reconocer su papel activo en la construcción de paz. La economía solidaria es un modelo alternativo al modelo económico tradicional ya que ofrece oportunidades para combatir la desigualdad y la exclusión social al promover la equidad en la distribución de los recursos y por último, apoya la reconciliación al fomentar la comprensión y el diálogo entre las partes.

Entonces, en mi concepto,  para procurar por una paz estable y duradera, es imperante potenciar la economía solidaria en términos de crecimiento y desarrollo económico y para lograrlo es imprescindible implementar estrategias para el fortalecimiento del sector solidario que nos lleven a:

  • Fomentar la cooperación y asociación entre empresas y organizaciones del sector real y solidario, 
  • Crear redes y plataformas de apoyo para el intercambio de recursos, experiencias y conocimiento.
  •  Establecer políticas públicas y programas de apoyo que promuevan la economía solidaria.
  • Incentivar la participación ciudadana en la toma de decisiones económicas.
  • Desarrollar modelos de negocios sostenibles y éticos que propicien el bienestar social y ambiental.
  • Fortalecer la educación y la capacitación en economía solidaria y emprendimiento social
  • Promover la innovación y el uso de tecnologías para mejorar la eficiencia y el impacto de las iniciativas solidarias
  • Establecer alianzas con instituciones financieras y organismos de apoyo para acceder a recursos y financiamiento
  • Crear mecanismos de monitoreo y evaluación para medir el impacto y eficacia de las iniciativas solidarias.
  • Promover la cultura de la solidaridad y el trabajo en conjunto para lograr un desarrollo económico más equitativo y sostenible. 

Algunos casos exitosos de economía solidaria y formas asociativas en Colombia.

Como se ha planteado, muchas son las organizaciones que adoptan un modelo de economía solidaria en el país: a continuación, se enuncian dos casos exitosos (de los muchos que existen) y que, poco a poco, se han consolidado como ejemplo a seguir en este sector de la economía colombiana.

Cooperativa Coomuldesa

La Cooperativa de ahorro y crédito para el desarrollo solidario de Colombia, Coomuldesa, fue fundada el 29 de junio de 1962 por 34 agricultores y pequeños comerciantes de Galán, Santander, liderados por Marco Fidel Reyes Afanador, con un capital inicial de $510 pesos. Esta cooperativa ha crecido y se ha fortalecido con el paso del tiempo, posicionándose como una entidad destacada en el sector solidario nacional.

Gracias a la confianza y el apoyo de sus asociados, y al liderazgo de directivos como Luis Eduardo Torres Castro, gerente general por más de 36 años, y el actual gerente general, Robinson Albeiro Vargas Cristancho, Coomuldesa ha demostrado que es posible crear y mantener cooperativas sólidas y rentables, respetando los principios de la economía solidaria y los derechos de su base social.

Cooperativa Economías Sociales del Común

La Cooperativa Economías Sociales del Común es una iniciativa que agrupa a exguerrilleros de las FARC-EP, comunidades de acogida y víctimas del conflicto armado en Colombia. Su objetivo principal es promover la paz con justicia social, la reconciliación y el bienestar a través de la economía social y solidaria.

Esta cooperativa está conformada por más de 13,000 hombres y mujeres en proceso de reincorporación, quienes han constituido más de 120 formas asociativas, agrupando a más de 7,000 asociados. Este esfuerzo colectivo busca integrar a los exguerrilleros y sus familias en la vida civil de manera sostenible e integral, fortaleciendo el tejido social en los territorios afectados por el conflicto.

La cooperativa se enfoca en situar al ser humano como el eje central de la economía real, promoviendo el trabajo cooperativo y solidario, la inserción laboral y la no exclusión social. Su modelo de economía social y solidaria busca respetar y adaptarse a las prácticas agrícolas y la diversidad histórica de las comunidades campesinas, fomentando la producción de alimentos a pequeña escala.

El desarrollo de actividades productivas en el marco de esta cooperativa no solo facilita la reincorporación de los exguerrilleros a la vida civil, sino que también fortalece la convivencia y la reconciliación en las comunidades. Al promover la producción local de alimentos, se generan medios de vida sostenibles para los asociados, contribuyendo al desarrollo económico de las comunidades y a la preservación del medio ambiente.

Conclusiones

La economía solidaria en Colombia se presenta como una alternativa integral y sostenible que prioriza la colaboración, la equidad y el beneficio mutuo. Este modelo económico no solo ofrece soluciones más humanas a los problemas de pobreza, desigualdad y desempleo, sino que también promueve el desarrollo inclusivo y la cohesión social en comunidades marginadas.

A pesar de contribuir con un 3.3% del PIB nacional, la verdadera importancia de la economía solidaria radica en su capacidad para generar desarrollo sostenible y cohesión social. Las teorías de Luis Razeto y Jorge Luis Coraggio destacan cómo la economía solidaria puede mejorar la calidad de vida, formalizar sectores informales y crear redes de apoyo comunitario.

Las leyes 79 de 1988 y 454 de 1998 proporcionan el marco jurídico para el sector solidario en Colombia, fomentando la cooperación y la autogestión. Sin embargo, estas leyes necesitan actualizaciones para adaptarse a los cambios constantes e innovadores del sector. Es esencial un mayor acompañamiento estatal e institucional para fortalecer estas organizaciones y promover su eficiencia en gobernanza, gestión y transparencia.

El sector solidario ha mostrado un crecimiento notable en términos de ingresos y activos, extendiéndose no solo en grandes centros urbanos, sino también en regiones menos desarrolladas como la Amazonía y la Orinoquía. Esta dispersión geográfica asegura que los beneficios de la economía solidaria lleguen a diversas comunidades, promoviendo la inclusión y el desarrollo regional.

La economía solidaria juega un papel crucial en la construcción de paz en Colombia al promover la creación de empleos y fuentes de ingreso para comunidades afectadas por el conflicto armado. Además, facilita la reincorporación de exguerrilleros a la vida civil, fortalece la cohesión social y fomenta prácticas respetuosas con el medio ambiente. Esto contribuye a la reconciliación y al desarrollo económico sostenible, empoderando a las víctimas del conflicto y promoviendo la equidad en la distribución de recursos.

Tenemos un Canal de WhatsApp para compartir este y más contenidos contigo, suscríbete en el siguiente botón:

Helen Caicedo Londoño

Administradora de empresas del Politécnico Gran Colombiano. Especialista en Liderazgo, Cambio Climático y Cuidades de Flacso Ecuador. Con 13 años de experiencia en administración pública y 3 años en administración del sector solidario.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *