
¿Cómo está el empleo en las subregiones de Antioquia?
Ormet lanza su II boletín trimestral de seguimiento al mercado laboral
El 3 de septiembre, en la Universidad Autónoma Latinoamericana, el Observatorio Regional del Mercado de Trabajo de Antioquia (ORMET) presentó su II boletín trimestral de 2025. Esta edición ofrece una lectura integral del comportamiento de las principales variables macrolaborales en las subregiones de Norte, Urabá y Bajo Cauca, evidenciando altos niveles de desempleo, informalidad y profundas brechas de género, asociados a una marcada dependencia de economías de bajo valor agregado; al mismo tiempo, plantea oportunidades y retos para orientar acciones de política pública que fortalezcan el desarrollo regional con enfoque laboral.
Por: Giancarlos Delgado
Este informe se construye con fuentes que comprenden informes suministrados por la Subdirección de Análisis, Monitoreo y Prospectiva Laboral del Ministerio de Trabajo, la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) del Departamento Nacional Administrativo de Estadística (DANE), boletines del Centro de Estudios de la Empresa Micro de la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia, informes de veedurías como Antioquia cómo vamos, informes de cajas de compensación familiar y prensa. Toma como temporalidad base el trimestre comprendido entre diciembre de 2024 y febrero de 2025, y el año 2024.
En un primer acercamiento a las subregiones, el Urabá se consolida como una de las regiones con mayor fragilidad laboral en Antioquia. En 2024, registró una tasa de desempleo del 12,1 %, casi 4 puntos porcentuales por encima de la departamental (9,4 %). La informalidad alcanzó el 58,1 %, lo que significa que más de la mitad de la población ocupada carece de seguridad social o contrato laboral. El panorama es aún más crítico para las mujeres: mientras la tasa de desocupación masculina fue del 6,6 %, la femenina llegó al 19,9 %, lo que refleja una desigualdad estructural en el acceso al trabajo. A esto se suma una tasa de ocupación femenina del 36,7 %, frente al 63,3 % de los hombres.
A pesar de estas dificultades, el Servicio Público de Empleo reportó en el primer trimestre de 2025 más de 2.300 vacantes y 1.312 colocaciones, lo que evidencia un mercado dinámico pero desajustado: buena parte de la población no cuenta con la formación requerida para acceder a las ofertas disponibles o no logra “surtir” las plazas de trabajo disponibles.
Por su parte, el Norte de Antioquia presenta una realidad dual. Por un lado, cuenta con una economía relativamente diversificada que combina agricultura, ganadería, industria láctea y minería. Por otro lado, enfrenta una informalidad laboral del 63 %, una de las más altas del departamento. Su tasa de desempleo en 2024 fue del 6,6 %, cercana al promedio departamental. Sin embargo, al desagregar por municipio, las disparidades son notorias: San Pedro de los Milagros registró 14,4 % de desempleo, y Guadalupe 11,6 %, lo que demuestra que la aparente estabilidad regional oculta realidades locales críticas.
Asimismo, las mujeres enfrentan barreras significativas. Su tasa de desempleo fue del 11,4 %, casi el triple de la masculina (3,8 %). Además, la tasa global de participación laboral femenina se ubicó en 44,3 %, mientras que la masculina alcanzó el 81,9 %. En otras palabras, la mitad de las mujeres en edad de trabajar permanece por fuera del mercado laboral.
Acercándonos al Bajo Cauca, resaltamos que es la subregión con mayores desafíos. En 2024, la tasa de desempleo superó el 15 %, y la pobreza multidimensional llegó al 30% (triplicando el promedio nacional que se ubicó en 11,5% para el mismo año), lo que refleja profundas dificultades en el acceso a salud, educación y condiciones de vida digna en general.
La economía está marcada por la minería, gran parte de ella artesanal, y la agricultura extensiva, sectores que generan empleo inestable y de baja calidad. El tejido empresarial es débil: apenas se registran 17,8 empresas por cada mil habitantes, el promedio más bajo de Antioquia. La informalidad es la norma y preocupa especialmente el aumento del trabajo femenino sin remuneración, que no solo refleja desigualdades económicas sino que evidencia riesgos de violencia de género y dependencia económica.
Más allá del diagnóstico, ¿qué hacer?
El panorama laboral de Urabá, Norte y Bajo Cauca muestran que, pese a sus diferencias territoriales, comparten una misma problemática estructural: un mercado de trabajo frágil, dependiente de economías primarias y extractivas, que no logra ofrecer empleos de calidad ni garantizar condiciones dignas. La escasa diversificación productiva y el débil tejido empresarial limitan la capacidad de generar oportunidades estables, mientras que las brechas de género mantienen a las mujeres en una situación de desventaja sistemática, relegándolas a empleos informales, de baja remuneración o incluso a la exclusión laboral. A ello se suma la falta de alternativas formales para las juventudes, que empuja a muchos hacia la migración o la vinculación a actividades ilegales, con graves repercusiones sociales y comunitarias.
En este contexto, el II boletín del ORMET Antioquia cobra especial relevancia como herramienta para la política pública. Sus datos y análisis evidencian las dificultades yorientan posibles rutas de acción: avanzar en la formalización laboral, fortalecer el empresariado local, diversificar las economías regionales y garantizar una inclusión efectiva con enfoque de género y territorial.
En Urabá, donde el desempleo y la informalidad superan los promedios departamentales y las mujeres enfrentan tasas de desocupación tres veces mayores que los hombres, se requieren acciones enfocadas en el cierre de brechas de género y en la articulación de la formación laboral con la demanda del mercado. Programas de capacitación en sectores dinámicos como logística portuaria, agroindustria y turismo sostenible podrían abrir oportunidades reales, siempre acompañados de políticas de cuidado que permitan la participación plena de las mujeres.
En el Norte de Antioquia, que combina una economía diversificada con altos niveles de informalidad, el reto está en consolidar cadenas de valor alrededor de la producción agrícola y láctea, incentivando la innovación y la asociatividad empresarial. La formalización de pequeños productores y comerciantes, junto con incentivos para la creación de cooperativas y empresas locales, podría aumentar la capacidad de absorción de mano de obra calificada y mejorar la calidad del empleo. Además, es urgente ampliar la participación laboral femenina, mediante programas de inclusión productiva y créditos diferenciados para mujeres rurales.
En el Bajo Cauca, donde la pobreza multidimensional y la informalidad alcanzan niveles críticos, es indispensable una estrategia integral que combine alternativas a la minería artesanal con proyectos productivos de largo plazo. La promoción de economías campesinas, el acceso a tierras y la inversión en educación técnica y tecnológica pueden ofrecer salidas sostenibles frente a la dependencia de actividades extractivas. Asimismo, fortalecer la presencia institucional y los programas de empleo juvenil es clave para evitar la vinculación de los jóvenes a economías ilegales.
En definitiva, este boletín busca alertar sobre un factor importante en las 3 subregiones de análisis: el empleo precario está tomando partido y es importante pensar políticas públicas locales que den cuenta de que al departamento le importa el trabajo y la calidad del mismo.
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